jueves, 27 de noviembre de 2008

Escapes IV

No me entiendes, sabes que daría la vida por ti, pero no puedo hacer esto, te amo demasiado, no quiero atarte de nuevo ni mucho menos amordazarte, en estos meses en los cuales te he puesto un pañuelo con perfume para que no sintieras la peste de mi corazón destrozado, que te he dado de comer en la boca y te limpio con toda delicadeza, en los cuales he secado tus lágrimas, y te he bañado con todo el cuidado del mundo, en los que mi paciencia a veces se ve rebasada por tus gritos, pero que el amor y ternura que siento por ti me hacen calmarte, en los que te he leído a Nietzsche, Borges, García Márquez, Quiroga hasta que te duermes y te cuido y velo tu sueño, permitiéndote que sueñes en cualquier otra cosa que no sea en mi.
No entiendes, tus padres no entienden, salen en la tele y ofrecen hacer el pago que nunca exigí por dejarte ir, culpan a las autoridades de su incompetencia al no encontrarte, pero lo que ellos no saben es que estás bien, estas con alguien quien te ama con toda su alma, a quien conquistaste desde el primer día de clases con tu figura y frescura juvenil, por tu inteligencia, tu cabello negro, largo y suave, tus ojos de alemendra dulce, esa soledad de niña mimada, pero nunca amada.
Precisamente por eso no puedo, no quiero dejarte ir.
No llores de nuevo, si no voy a pensar que no me amas y te pasará lo mismo que a las otras doce alumnas que me partieron el corazón, pero que simplemente por romántico no he dejado que se vayan.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Escapes III

Con el cabello revuelto, el rostro y la alfombra de la sala manchados con la fétida huella del vómito, los ojos en blanco, el cuerpo lánguido, botellas de todo tipo y graduación, un solo vaso y un billete enrollado cerca de las líneas invisibles de coca sobre la mesita de centro, el cuerpo abandonado a las palabras, a la imagen de la carne azotada desde dentro con flagelos ardientes y helados.
Ella se ve de lejos, se ve a través de un espejo invisible que perfora una vida pasada, se ve muerta, una sobredosis de vida que reventó su cerebro que sangra imperceptible por dentro, desbordando la sangre que aparece en un hilillo desde la fosa nasal. Un claro de sol ilumina beatífico regalándole una aureola de motas de dorado polvo.
La Poeta quiere gritar, despertarse en ese cuerpo ajeno y propio.
Pero despierta de ese ensueño en su propio y ajeno cuerpo, esta sobresaltada, la respiración a mil. Vio desde afuera la última vez que se paró tan cerca del precipicio, pero en esa ocasión dió el siguiente paso. Ahora ha cambiado todo, una nueva vida, los mismos problemas.
Seca sus lágrimas que le impiden ver el monitor y la revisión de una novela aburridísima que alterna con la no menos aburrida corrección de un libro de derecho.
Se asoma a la única recámara de su apartamento y mira como duermen tranquilos a los dos hombrecitos que gobiernan su vida, solloza y se asusta, pero amargamente dibuja una sonrisa en su boca. En su vida pasada no tenía por quién luchar, en esta sí.
Suspiró hondo, se volvió a sentar frente a la máquina, limpió las lágrimas tragando saliva se puso a escribir un nuevo poema sobre un viejo tema.

Para mi Hermana Sonia Silva-Rosas

viernes, 21 de noviembre de 2008

Escapes II

-Ya estoy hasta la madre, ¡yo todo un Coronel del Ejército! y mírame, borracho, pedísimo, ahogado de borracho. ¿y? Más de treinta años sirviendo al pinche sistema corrupto, ¿y?, mírame compadre, borracho, ni me acuerdo cuantas veces se presentó el pinche narco en mi oficina en la comandancia, ofreciéndome, óyelo bien compadre, miles de dólares y eso nomás por hacerme pendejo o hacer que mis muchachos, mis soldados operaran del otro lado de un cerro ¿y sabes qué compadre? ¡Jamás les agarré un solo centavo! Por eso me ves jodido, borracho ¿y?, no te juzgo, la verdad me vale madres, me pelan la riata esos y muchos más. Para no ir más lejos, ascendió Romero Castro, ¡sí, ese pendejo ya es General y tiene un chingo de cola que le pisen! pinche ratota, nomás es cosa de que te des una vuelta por la pinche casota que tiene cerca de las Lomas. ¿y uno compadre? ¡jodido!, jodido por ser recto, jodido por ser buen soldado, borracho por ser soldado, porque uno no aguanta tantas presiones, uno no aguanta tanta pinche soledad, uno no aguanta que la familia se quedó en México y uno aquí refundido en un pinche Batallón de castigo ¿y todo por qué? porque le menté la madre al puto del Comandante de la Zona, que no se atrevió a dar la orden de chingarnos al Chilaquiles, ese pinche narco que mató a dos de mis hombres y que muy hijodesuputísimamadre, tuvo el descaro de acudir al funeral y darles una "gratificación" a las viudas. Eso lo vió todo el pinche pueblo y hasta le aplaudieron al pinche puto del Chilaquiles. Lo malo es que yo andaba en la Capital cuando me llamaste ¿te acuerdas? que me dijiste que ahí estaba el pinche Chilaquiles en el sepelio del Capitán Gorostiza y el Sargento Hutlampa. Pues ahí estaba yo Compadre, precisamente con el puto ese del Comandante y le pedí ahí mismo autorización de chingarnos al Chilaquiles, Pinche vejete, hubieras visto la cara que puso compadre, colorado de a madres, el muy culero me salió con que tenía que esperar órdenes del Estado Mayor, como si no supiéramos de donde salió la pinche camioneta nueva que se carga. Ni modo Compadre, así es este pinche bisnes, y ya, no me diga que no tome, ¿qué más mal me puede hacer una o dos cervezas más? Ya estoy condenado compadre, estoy solo como perro y yo tuve que hacer algo, nomás no me pude chingar al Chilaquiles, porque se encasquetó mi 45, pero bien supo mi intención, el muy puto nomás se sonrió, y dijo "no pasa nada muchachos, pinche coronelito esta pedo", eso sí me ardió compadre y ya sé lo que viene después, no tienes porqué chingarme ahorita compadre, mejor de regreso al cuartel, en la carretera, nomás te pido que veas por tu ahijada, y que le digas que me morí en un enfrentamiento, y que no fui culero, ni le saqué, por eso te lo encargo a ti. Gracias compadre, que bueno que eres tu quien lo va a hacer. Por cierto qué bonita esta tu camioneta nueva.-

jueves, 20 de noviembre de 2008

Escapes I

Raúl siente el viento en el rostro, la velocidad del vuelo que no es vuelo, que es simple caida. Sonríe y recuerda un video que vio hace poco tiempo, en donde un pájaro kiwi logra su sueño de volar a costa de su propia vida. Raúl dará la suya a cambio de dejar el dinero para el pago de la hipoteca, para educar a tres hijos, darle una nueva oportunidad a su mujer todavía guapa. Ella como siempre tan optimista, esta mañana lo despidió con un "No te preocupes mi amor, seguro hoy encuentras la manera de conseguir dinerito y mañana nos irá mejor; además Raulito ya necesita zapatos".
Deja arriba, en la azotea, sus angustias de desempleado, la vergüenza de ver sus calzoncillos agujerados, la amargura de un inservible título de licenciatura colgado en la sala y cagado por miles de moscas.
Afortunado él que no dejó de pagar su seguro de vida.
Sonríe y llora.
Ya sabe su valor, un millón de pesos. Sus hijos y su esposa aún no lo saben, pero algún día entenderan este último sacrificio.