miércoles, 4 de noviembre de 2009

La ciudad I (intermedio a siete pisos)

A nadie le sorprendió la decisión del gobierno de crear una ciudad correccional, de hecho, muy pocos se enteraron de la noticia, la cual fue camuflada habilmente por los desinformadores oficiales, los pocos que la supieron, la enterraron en sus diarias preocupaciones como encontrar o no perder su trabajo.
Los funcionarios encargados de la nueva ciudad correccional no se ponían de acuerdo respecto al nombre que debería llevar el penal. Algunos propusieron el nombre de algún famoso procer de la independencia nacional, los de derecha pugnaban por el nombre de algún santo, los tecnócratas sugerían una serie de palabras hechas siglas que permitieran modificaciones sin cambiar en lo absoluto. La discusión terminó con la poco elegante y menos llamativa nomenclatura de "La ciudad".
El Presidente de la República cortó el listón, el Gobernador del Estado abrumó al auditorio con un discurso más inclemente que el sol que caía a plomo en esa árida tierra, contrastando con el vergel que se albergaría tras las murallas enormes. El Embajador norteamericano sonreía demasiado mientras sembraba un arbolito.
La Ciudad estaba perfectamente planeada. Contaba con casi todos los servicios, con cuarenta mil casitas modestas, y ni un solo vehículo automotor. Cada casa contaba además con un menaje modesto, luz generada por celdas solares, agua potable y en la puerta dos bicicletas; no se contaba con telefonía o con recepción de señal televisiva o radiofónica.
El gasto había sido enorme, los impuestos del resto de la ciudadanía agobiada por las cargas fiscales, pagaron la creación de ese modelo de readaptación social. Las espectativas de que funcionara realmente, entre los mismos planificadores, eran bajas.
La mayor parte del plan se basaba en permitir a los reos de todo el sistema penitenciario nacional mudarse a "La Ciudad" con sus familias, ahí retomarían el modelo de autosustentabilidad de acuerdo con los oficios que practicasen dentro del penal. Quien no trabajara no comería.
(Continuará)