miércoles, 16 de abril de 2008

Miedos II

Atanacio creció en el campo, en su choza de piso de tierra apisonada, los bichos y culebras andan de un lado para el otro; poco a poco los hijos dejaron la ranchería para irse al otro lado. De eso hace más de treinta y ocho años.
Durante ese tiempo la ciudad se fue acercando a la ranchería hasta tragársela completa. Atanacio siguió con su chocita de piso de tierra apisonada, pero el mayor de sus hijos le mandó a hacer una casita de mampostería y material en el mismo terreno, el otro de sus hijos mandó a los del gobierno para cercar el predio y llevarle luz; otro le compró muebles nuevos, pero Atanacio jamás dejó su petate. Un día como cualquier otro, el último hijo llegó con un aparato, Atanacio nomás vió que el muchacho entraba con una caja; el hijo menor lo puso en la recámara de su papá, lo conectó y lo encendió para darle una sorpresa a su viejo, pero no le dijo nada.
Cuando la visita se fué, Atanacio entró a su recámara y escuchó que alguien hablaba, pero sabía que estaba solo, eran muchas personas dentro de su recámara, y algunas gritaban otras cantaban, a cada rato hacían música pero no veía a nadie. Temeroso, decidió cerrar la puerta, pero seguía oyendo el relajo.
Esa noche y las siguientes, Atanacio durmió muerto de miedo en la sala, extrañándo su petate.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah!

Un abrazo !

Cuatroletras dijo...

Es extraño...

Lo cierto es que la gente grande o los viejos como muchos dicen, tienen ideas y cosas a las que se aferran.

Ciclos en la vida, es lo que se me ocurre...