lunes, 26 de enero de 2009

Sonrisa

Tu sonrisa llena de sonrisas volvía una y otra vez a mi mente, el agua caliente desde la regadera y la emoción de prepararme para ti.
Enjabonado y sonriente tarareo la canción de aquella obra musical que vimos juntos, hago gárgaras, escupo un chorro de agua y sigo tarareando aprovechando la inigualable acústica del baño.
Me afeité la cabeza, y me corté arriba de la oreja, cierro la regadera y recibo las últimas gotas sobre el dedo gordo del pie; tomo una toalla que enredo sobre mi cintura, me miro ante el espejo y saco el pecho, muestro mis bíceps y sonrío, comparo mentalmente mi sonrisa chueca con la tuya. Lavo mis dientes dos veces, me pongo el gel after shave y siento su delicioso aroma y un leve ardor en todo el cráneo y en mi rostro, me arde un poco más en la oreja cortada.
Me visto y escojo unos boxers ajustados, color negro, mis jeans, una playera blanca a lo James Dean y un par de calcetines sin agujeros, echo talco en las botas vaqueras. Me doy una última revisión ante el espejo, sonrío y con palmaditas humedezco mi rostro con loción.
Tomo las llaves del carro y con el corazón desbocado voy a tu encuentro. Paso a un super para comprar una botella de vino, recuerdo que te gusta el tinto y escojo una botella de vino chileno, suspiro y recuerdo nuevamente tu sonrisa llena de sonrisas; me pregunto cómo es posible que sonrías de esa manera, que cada vez que me ves me sonríes de esa forma, entre traviesa y cómplice.
Ya de camino a la caja, agarro un ramo de flores y una caja de condones. La cajera me sonríe y sin querer se le escapa un suspiro, le cierro el ojo y pago.
La noche también es cómplice, mis ganas de amarte, el recuerdo latente de cada una de tus sonrisas y de todos tus gestos, llego a tu casa y veo la luz de tu recámara apagada, con el celular mando un mensaje. “Preciosa, ya llegué, me abres por favor?”. La luz de tu habitación se enciende, te asomas y cierras de nuevo la cortina, recibo un mensaje en mi celular. “spra un poco, todavía no c duerme” suspiro con cierto enfado, son las once de la noche, escucho el cd que me regalaste, con todas las canciones de la obra, respondo con un “Ok cariño, el tinto se toma al tiempo, tienes sacacorchos?” El disco se repite dos veces más.
Ya es la una de la mañana, un poco fastidiado, me pongo un ultimátum. Si en dos canciones más no me abre me voy a mi casa, me siento mareado por el aroma de las flores y de mi propia loción, tengo sed. Recibo otro mensaje “Ya c durmió, no encontré l sakcorchos”, sonrío y mi cansancio y fastidio desaparecen después de leer, miro el reloj y me digo que apenas es la una de la mañana, bajo del carro en silencio, tomo la botella y las flores, cierro con cuidado. Camino hacia la entrada, con el corazón batiente; dejaste la reja abierta, me dirijo a la puerta mientras un perro ladra a lo lejos.
Antes de tocar la puerta abres y colocas tu índice sobre los labios, mientras sonríes con tus ojos de niña traviesa, la seña es innecesaria, jamás he hecho ruido. Te ofrezco las flores y simulas olerlas, te muestro la botella de vino y me acerco para besarte en los labios, me fascina tu sabor.
De puntillas subimos los escalones, nos deslizamos a tu recamara que huele maravillosamente. Encendiste una varita de incienso con aroma a sándalo, mi favorito, también dos velas de canela y manzana; tu gatito negro se esconde debajo de la cama. Coloco el vino en el tocador junto a las copas que tienes preparadas, te tomo por la cintura y te atraigo hacia mi, huelo tu cabello, beso tu cuello y mis labios procuran tu sonrisa, beso tus ojos, tus labios, tus ojos nuevamente, ahogas una risa y pones las flores junto a las copas y la botella.
Susurras a mi oído, ¿cómo abrimos el vino? No importa te digo, mientras te coloco despacio y cuidadosamente sobre tu cama, te dejas llevar, vistes una bata de seda y no me cuesta trabajo el desatar el cordón que la sujeta, hueles a recién bañada, a jabón de hierbas, aspiro tu aroma, me coloco sobre ti sin recargar mi peso, te beso nuevamente y ahora yo susurro a tu oído, No importa el vino, te tengo a ti.
Me dejas besarte, te dejas acariciar y sonríes, me incorporo para contemplarte sobre la cama, hermosa, siempre sonriente, me sorprende ver como sonríes con todo el cuerpo.
Me presumes tu flexibilidad de bailarina, tu cuerpo aún firme y deseable. Me hinco a un lado de la cama y pido que te acerques, colocas tus pies sobre mis hombros, sigues sonriendo, me acerco a tu cuerpo, a tu vientre, yo postrado ante ti, ante el aroma de tu cuerpo, envuelto en la fragancia de tu habitación, el perfume de tu húmedo deseo.
Me saboreo goloso y siento la parte más blanda de tu anatomía, cálida bajo mis labios, paladeo, pruebo, mientras tu sonrisa desaparece para dar paso a un rictus de placer culpable, mi lengua viene lentamente a hundirse en ti, a recorrerte de arriba abajo en esa sensibilidad tuya, sueltas un gemido, y tratas de ahogarme en tu sabor que me encanta. Eres tan dulce, siento tus manos en mi cabeza, acaricias mis orejas y notas la cortada, suspiras mientras sigo deleitándome de ti, besando, saboreando y disfrutando una vez más ese almíbar delicioso, esas caricias y tu cuerpo arqueándose, me descubro añorando entre tus muslos esa sonrisa repleta de miles de sonrisas.

5 comentarios:

Cuatroletras dijo...

El amor prohibido tiene un sabor dulce.

Los aromas son en parte la atmosfera que acompaña al recuerdo a la vivencia silenciosa, de esos recuerdos se alimenta esta texto.

Rocio Ceròn hablaba el martes asado de còmo viviamos la literatura, tal vez sea un buen ejemplo tu cuento.

Saludos

AndreaLP dijo...

Yo también me lavo los dientes dos veces ¿será maña o desorden mental?

Por otro lado, la historia es exquisita: dos seres amandose 'a pesar de'. Y me dejaste preguntándome ¿hace cuánto que no soy espontánea con el amor? La respuesta no me gustó.

Un beso sutil.

Diana Cometa dijo...

Me gustó más "Sonrisa" que "Ucronicrónica", quizá fue por esa deliciosa descripción del detalle, que me transportó al lugar donde estaban los otros y fuimos tres.

¡Otro beso!


PD. Ojo en la parte de los "Datos personales", ¿en verdad estás FELÍZ? Soy un poco obsesiva con la ortografía, aunque ahora entiendo que "los errores" que encontré son parte también de la historia.

Anónimo dijo...

Más que una bella historia, tu relato es parte de una vida, de una experiencia vivida así!

Felicidades Lobo!

Tu niña.

Mariposa Tecknicolor dijo...

Qué maravillosa historia. Amo los encuentros de noche. Amaría más que viniera a encontrarme a mi, con sus botas vaqueras y ese tinto con soda que tanto me gusta.

Me estoy volviendo una junkie de tus letras...