lunes, 10 de marzo de 2008

El Trovador III

Andrea no deja de mirar su anular, se emociona y vuelve a recordar, una leve conmoción en el micro la hace voltear momentaneamente, ve que un músico de esos que le dan tanto "asquito" se baja antes de tocar siquiera. Se alegra, no hubiera querido que su alegría fuera arruinada por los berridos de un musicucho.

Suspira sonoramente, regresa a su mente esa maravillosa noche y justifica el mal carácter de Antonio durante la cena, después de todo el mesero en verdad era un estúpido, por llevarles la sopa fría, por más explicaciones que el imbécil gato ese, les diera sobre el gazpacho. Le encantaba cuando Antonio se ponía así, le daba un poco de miedo, es cierto, pero también la emocionaba el pensar de lo que él sería capaz de hacer por ella, defenderla, protegerla como león, en su mente regresaban los gritos y se divertía de recordar la cara del mesero, tartamudeando que el gaz el gaz, el gazpacho se sir, se sirve, así así se, se señor. la sonrisa maliciosa ilumina aún más su rostro angelical.

Felipe, trata de coincidir con la muchacha los siguientes días, hoy martes al fin lo consigue, la mira y trata de tocarla con la yema callosa de sus dedos, se reprime la admira y vuelve a bajar del micro. Se golpéa la frente, se dice que es un cobarde.

1 comentario:

Cuatroletras dijo...

No sé si el amor te vuelva ciego, pero si te acerca a la estupidez. Y cuando estas enamorado no ves más allá del anillo... que puede ser el de compromiso.

Saludos