Tengo que ser fuerte, me lo he repetido hasta el
cansancio, acepto y redefino las consecuencias de mis actos, no vale la pena
llorar sobre la leche derramada, quien te quiera hará todo para estar contigo
¿Y lo mereces? No sé ni qué es lo que quiero, feliz no era aunque a veces pensé
que sí, siento que sí lo fui ¿y ahora? Definitivamente no es lo mismo que hace
un par de años. Los sentimientos son distintos, las sensaciones diferentes, los
sabores, los roces, los acercamientos. Nada es como era.
Me puse a prueba, me convencí de ser y de hacer,
tomé riesgos, jamás pensé en estar y aparece él sin que yo lo esperara, sin
imaginar que pudiese enamorarme así y menos a mi edad o pensé que mi edad sería
un factor me dejé llevar, me convertí para él en dama, en puta en su todo y en
su nada. Hoy me siento abandonada a pesar de estar con alguien más. Tenía tanto
miedo de estar sola y ahora así me siento, tal vez desde que estaba con él, tal
vez desde antes y él solamente fue un mero accidente.
¿En qué momento sucedió? ¿Cuándo dejó de ser mi
mayor fantasía? ¿En qué momento lo comencé a odiar tanto? ¿Por qué me sigue
doliendo?
No me debe de importar y me importa, deseo sonreír
y no puedo, no deseo siquiera saber nada de él de su vida. Y sé, lo presiento,
me incomoda recordarlo, encontrarlo en la calle aunque no sea él, compararlo con
quien estoy, con quien estuve. Fingir este orgullo que tengo que mantener,
jamás volver a ser débil, jamás volver a llorar por un hombre y admitir que he
llorado.
Trato de entender que quiero dejar de sentir y
hacer como ellos, como él. Deseo darle vuelta a la hoja, dejar atrás el
sufrimiento, dejar de llorar por lo que me hizo, por lo que hice, por lo que
dejamos de hacer, por lo que permití, por lo que exigí y deje hacer. Y él tan
campante, tan seguro de sí mismo, tan odioso y soberbio.
Todavía recuerdo el primer día en que discutimos y
la deliciosa reconciliación, la segunda vez que discutimos y la tierna
reconciliación, la tercera vez que discutimos y la falta de reconciliación, la
última vez que discutimos y su espalda, su cabeza moviéndose negativamente, sus
pasos firmes siempre, sus puños que me aterraban tanto y el espacio entre
nosotros cada vez más profundo, más lejano.
Tantos cambios, ya no soy una jovencita, estos
bochornos, esta sensación de vulnerabilidad de lucha contra todos, la lágrima a
flor de piel, un enojo constante, las palpitaciones, la excitación, el asco,
los cambios de humor, el sudor, el desear decirle lo que siento y detenida en
seco porque él no lo merece, o creo que él no lo merece o porque veo que a él
no le importa; enmudezco.
¿Por qué no regresó? ¿Por qué no volvió si tenía la
llave de mi departamento, de mi corazón, de mi misma? ¿No valgo la pena? Claro
que la valgo, por eso ahora no estoy sola, estoy con un hombre, pero yo no me
siento, aunque así yo lo desee, su mujer. ¿Por qué no lo busqué yo?
3 comentarios:
Bien Lobo, que valoren chingau!!!
Paco.... Acaso.... Sabes algo de mi vida? Estoy leyendo un diario!!! Estoy muy sorprendida.... Me parece irónicamente hermoso! Felicidades.
Pobre mujer... la entiendo pero como diría el filósofo JuanGa: Pero qué necesidad? !?!?
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