miércoles, 7 de enero de 2015

Quiero cogerte Corazón.

Espero sus mensajes ansiosa, desde la primera hora de la mañana, al medio día, mientras cocino o arreglo mi pieza, cuando estoy en la oficina y cuando estoy a punto de dormir. Él es lo primero que leo y lo último, sus palabras me hacen sentir, nunca me había pasado, pero que bueno que pasó, no es muy guapo, pero sabe escribir, tiene las palabras correctas en el momento correcto, a veces pienso que me espía.

Aquella noche buscaba en mi armario qué ponerme. Solamente llevaba una semana y media tratándolo por whatsapp, me hacía reír con sus ocurrencias y yo solamente le daba largas, me decía que deseaba verme, que no dejaba de soñarme y de pensar en mi. Me hacía reír más y solamente lo tentaba, comenzó a mandarme fotos sugerentes, poemas y finalmente accedí a verlo.

Esa noche sería "La Noche", me quería ver guapa pero siempre se me ha complicado un poco esto de salir con alguien. Cada vez que estaba lista me sucedía algo, llegaban visitas, me olvidaba depilarme las piernas o simplemente me acobardaba y cancelaba de último momento. Hoy a pesar del miedo tengo ganas de verlo, de descubrir si en realidad es tan simpático como escribe, observar esta vez con detenimiento sus manos.

Llegué puntual a la cita, en una cafetería de esas elegantes y carísimas, iba a pedir un café cuando me di cuenta que no traía mi cartera, en ese momentó recordé que la dejé en la otra bolsa y solamente traía mi monedero que cuelgo en el llavero. Por suerte no estaba lejos de mi casa y aunque había llegado caminando más tarde me daría un poco de miedito. Pensé en irme en ese momento cuando Él apareció.

Esta vez no lo vi tan feo, traía puesta una chamarra de cuero y olía muy rico, sin más me extendió su mano derecha y tomó mi mano con delicadeza a pesar de tener unas manos grandes y varoniles, sin querer suspiré y enseguida me acaloré, su voz era grave y un poco ronca, pero me gustó. Lo que no me gustó fue su mirada huidiza, pero no le di mucha importancia. Me invitó un café y nos sentamos en un sillón un poco pegajoso, me miró sonriendo pero no terminaba de sostenerme la mirada.

De cuando en cuando hacía un comentario agudo sobre alguna de las demás personas que conocíamos y por quienes nos habíamos contactado, me incomoda un poco que no deje de ver mi escote, pero creo que es normal. Se disculpó un momento y fue al baño. Habíamos estado platicando por casi dos horas y cada vez me gustaba más.

Por mi mente pasaron veintemil cosas, hace mucho que no tenía relaciones y me parecía que no sería mala idea darle una oportunidad ahí como por la tercera cita, en esos momentos recibí un mensaje a mi cel, "Quiero Cogerte Corazón", lo leí una, dos, tres veces, al principio me sentí indignada, pero cada vez que lo leía no me parecía tan malo, de alguna extraña manera me encendieron esas tres palabras, aunque no me terminaban de gustar, traté de imaginarlas en su voz, cerca de mi oído y temblé.

Imagino que no se atrevía a decírmelo a la cara, que finalmente le parecía más adecuado escribirlo, ya sea por pena o porque de una u otra manera así nos conocimos, esperé y pensé en mi respuesta, una parte de mi quería irse de inmediato con él, dejarme llevar por ese calor que esas palabras me provocaron, otra parte me decía que tuviera cuidado, suspiré de nuevo y me acerqué a su chamarra y olí su loción, me comencé a derretir de inmediato. Imaginé sus manos grandes recorriéndome, acariciando mis piernas, mis senos. Imaginé todo lo imaginable.

Cuando Él regresó yo seguía oliendo su chamarra, me sentí como una tonta, me sonrojé y por primera vez en la noche me miró a los ojos, se sentó a mi lado y se acercó a mi oído. -Discúlpame por favor, no quise ser grosero con mi mensaje, me equivoqué y no sé cómo resolverlo- Yo sonreí y le dije que no se preocupara, pero que yo no tenía intención de acostarme con Él, al menos no esa noche, que me parecía guapo, pero que no sentía que estuviera preparada para ello, que sus manos y su aroma me encantaron y que sería maravilloso conocernos un poco más. 

Él me miró fijamente y me pidió disculpas nuevamente. -No, en verdad discúlpame, me equivoqué de número y ese mensaje no era para ti. 

Me regresé caminando a mi casa, por un instante estuve a punto de irme con él, siempre me pasa algo cada vez que accedo a salir con alguien. Me siento enojada, estúpida, vulnerable, encabronada. No me despedí y ahora que estoy buscando las llaves me doy cuenta que no las traigo, se habrán quedado en la cafetería, en algún rincón del sillón pegajoso, donde seguramente quedó el aroma de su loción y su chamarra de cuero.

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