Cuando fui caballeroso, a nadie pareció importarle, mucho menos agradecerlo. Hoy me apatano a cada rechazo, a cada engaño propio o ajeno. Me vuelvo menos considerado, más amargo, menos abierto al engañoso contacto humano.
Palidezco al verme tan distinto ante el espejo, tan distinto de tus semejantes, tan solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario