Un hombre ensangrentado camina por la calle, se lamenta, gime, llora, pide ayuda. La gente pasa a su lado, sin inmutarse del rastro sanguinolento que va atrayendo moscardoes verdes y azules; ni siquiera lo voltean a ver con asco o sorpresa. Se había mantenido invisible desde el día de su nacimiento hasta hoy que en unos minutos le toque morir.
3 comentarios:
Son ellos los que nacen muertos.
Saludos.
Chales, así de repente me siento mi Lobo, qué onda? le caemos al Café del Aire este jueves o que?
La indiferencia al otro, que es uno mismo.
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