sábado, 21 de febrero de 2009

En la escuela


Si no fuera porque tengo que presentar ese pinche examen, ya me hubiera ido con el Chento y los demás. Pero estaba a toda madre sin estudiar y sin saber que esos culeros ya habían conseguido el examen del Profesod Chidaquiles, y ni modo de echarlos de cabeza.

Bueno, lo bueno de este desmadre es que voy a tener a Karlita para mi solito, al menos trataré de sentarme a su lado y verle esas piernas tan blancas, con esos vellitos güeros que me ponen como loco y esas boobies, chin, no, mejor no porque si no me va a distraer la cabrona y bien que sabe que me gusta, porque el otro día en la fiesta de Nelly dicen que le dijo a Claudia que yo o uno del salón le gustaba.

Pinche Pofesod Chidaquiles, no sé cómo terminó la prepa, hablando así todo gangoso y medio amariconado como diría mi papá.

Y el pinche examen está más cabrón que el final. Creo que se dio cuenta que Chento y los demás se lo piratearon y esta vez lo puso más difícil.

A ver si Lalo se sabe esta pregunta, le voy a hacer una seña.

Pinche Lalo Marica, se volteó el muy gacho.

A ver, a Monicaca, me caga esa vieja, pero es re nerda.

Pinche Monicaca, también se volteó.

No me queda de otra, le voy a preguntar a Karlita, pero está lejos; pero le puedo ver las piernas y esos vellitos güeros. ¿Cómo tendrá su...?

¡Chin! ya me cayó el Profesod Chidaquiles que ando tratando de copiar, "concéntese en su edxamen" me dijo el muy culero. Y de plano están dificilísimas las preguntas.

¿Cómo? ¿Karlita ya acabó? no, algo le pasa, le dejó el examen al Pofesod y salió del salón, se ve triste, y yo aquí, sin poder hacer nada ¿y qué tal si se murió su abuelito o su papá o su mamá? porque vi que debajo de la banca veía su celular ¿o si su casa se está quemando? chin ya acabó Monicaca y yo sigo en la tercera pregunta.

¿Para qué le hago al pendejo? la neta ni estudié, y esos cabrones se robaron el examen y el Pofesod Chidaquiles ha de pensar que yo lo hice o al menos que soy uno de los que vieron el examen.

¡Ya concéntrate!, no puede estar tan difícil, Lalo ya acabó y también Lucio, ya nomás quedamos Pepe Tacón, el más pendejo del salón, el más nalgón y...

¿Qué? Ya acabó ese pendejo y yo sigo en la pregunta tres, ya, ¿para qué torturarme más? total, entrego el examen y me voy con Chento y los demás, han de estar en las gorditas trague y trague y yo aquí con el Profesod Chidaquiles que me ve con cara de "nos vemos en título de suficiencia".

Chingue a su madre, voy a sacar el libro, así, por arribita de mi portafolios, Ahí viene, pinche marica.
No mames, me está dando las respuestas, de plano ha de pensar que estoy muy pendejo, pero ya me acordé, ya se va al escritorio a calificar. Que buena gente el Profesor Martínez, sí es a toda madre. 

Por lo que es a mí, ya no le diré su apodo.

Le di las gracias y él tan tranquilo, además es el único que no se burla cuando tartamudeo o hablo un poco gangoso o como me dice mi papá me amaricono. En verdad es buena gente el Profe este.

Al rato alcanzo al Chento y a esa bola de culeros, primero voy a ver qué le pasó a Karlita y después voy con ellos, mejor después veo a Karlita, ya me dio hambre.

***

- Si te digo que es una naca, chunda, gata y piojosa, pero desde el primer día me di cuenta. Y mira como los trae a todos, con sus caritas de babosos nomás viéndole las piernas, deberían de prohibir a las profesoras que usen minifalda, esta naca se pasa, le tendré que decir a mi Papi, no es posible que no se hayan dado cuenta.

- No creo que sea tan malo, además no está mal a pesar de ser tan vieja, ¿cuántos tendrá? ¿35?

- No sé, pero me choca que hasta Poncho nomás la ve y babea.

- ¡Ash! Wey, Qué dramática Sofía, además si él ni caso te hace.

- ¡Y con esa gata menos! Además, la estúpida me puso diez, ni siquiera sabe calificar.

- Pero sí eres aplicada wey, además hasta matadita, ni modo que te reprobara.

- Pero me caga que a propósito puse dos malas y ella muy perdonavidas me dijo con su modito. Señorita Galindo, sé que tal vez se confundió, la calificación es por su desempeño y dedicación.

- ¿Entonces wey?

- Pues me enojó, babosa, que haga su trabajo.

- No mames wey, neta que no te entiendo.

- ¡Uta! Lo que faltaba, ahí viene, pinche naca.

- Buenas tardes señorita Galindo, señorita Robles.
Señorita Galindo, quiero felicitarla, su trabajo estuvo muy bien redactado, precisamente lo que hace que este trabajo valga la pena, felicidades.
Usted señorita Robles, bien puede mejorar, conozco de su capacidad. En clase les daré la calificación final. Si me permiten, en cinco minutos se cierra la puerta.

- Gracias Miss.

- Gracias Miss.

- Pinche vieja. Wey, viste cómo me barrió y tú eres su consen, pinche Sofía.

- Ya ni me digas, me purga. Y ahí van todos los babositos detrás de ella, unos cargándole el portafolios y otro hasta el borrador, Ufff, si nada más se la pasa enseñándoles los calzones, huy ¡los odio!

- Bueno, ¿qué más da wey? hay que entrar.

- ve tú, yo no quiero entrar a esa clase, me voy a la café, a seguir estudiando.

***

¡Qué fiaca, no quiero ir a la escuela! Nada más en pensar en compartir el salón con esa bola de gañanes y esa bola de payasitas, ¡ufff, de plano no quiero ir a la escuela!

Y para acabarla de amolar hoy toca examen, que mal, y yo con esta hueva, y la cama tan calientita, pero el examen... ¡ufff, no!

Tener que verle la jeta al mamón de Chento, hasta se siente galán, sí es un patancito, además de creerse el rey de la escuela, pobre idiota y la cara que pone cuando uno lo llama por su nombre Rosendo Rosales, je je je, creo que su mayor calificación ha sido un siete y eso porque tuvo puntos de participación, aunque diga puras pendejadas una de ellas le dio suerte y le atinó.

Y esos que le siguen a todos lados, séquito de lambiscones, no es posible que a estas alturas no sepan leer, yo desde sexto de primaria leía mucho mejor que cualquiera de ellos.

Ya son las seis de la mañana y nomás de pensar en ir a la escuela me duele el estómago, es más, creo que tengo fiebre, mejor digo que me enfermé, pero ¿y el examen? Ínguesu, aunque no quiera tendré que ir a la pinche escuela esa y convivir con esa bola de Loosers como dicen, entre ellos este baboso, el que de plano se la mata al idiota de Rosendo, el tarado ese de Poncho, de plano no da una, eso sí hay que reconocerlo que ese cuate sí está carita, pero no se da cuenta que eso no es para siempre, que uno debe de cultivar el intelecto, también es un presumidito, quarterback del equipo de americano, si por eso lo tienen becado, no precisamente por sus calificaciones.

Son una bola de burros, en lugar que aprendan de mí, primer lugar en la Olimpiada del Conocimiento en la categoría de Matemáticas, primer lugar y cuadro de honor durante toda la secundaria, representante de la escuela como el mejor alumno del año, visitando "Los Pinos" y saludando al Presidente de la República de mano, y siento que me odian, que se burlan de mi a mis espaldas, que me ponen apodos, pero eso es fácil, también les comenzaré a poner apodos.

Y ni hablar de las sangroncillas esas, la sabihonda de Sofía o la golfita de Karlita, o a la matadita de Mónica, aunque tengo que admitir que están bastante buenas, pero ni chance de comprometerse, pinches payasas, todas muy peinaditas, con el celular de moda, hablando como carretoneros borrachos, sus falditas, las blusitas transparentes las... ¡Ufff! Y nada más se fijan en los jugadores de americano o cuando mucho en los patanes como Rosendo, o en el Profesor de Ética y Etimologías, otro looser que fue seminarista y que estudió en Roma, se ha de haber dado cuenta que estaba muy guapo como para consagrarse a Dios y además con todo el dinero de Papi por supuesto se regresó, que manera de joderle la vida a uno.

Que coraje tener que ir hoy a la escuela, los odio y ellos me odian, pero ni modo, es como repetir la misma película una y otra vez.

¡Qué hueva, tener que ir a la escuela! pero si no voy ¿quién les aplicará el examen de Matemáticas?

***

Recién graduada y ya trabajando, una gran fortuna el encontrar este trabajo, no llegas a los veinticinco, pero tus calificaciones te avalaron, además de las cartas de recomendación.

Ahora has sacado tu lado perverso, tantos años escondiéndote detrás de tus excelentes calificaciones, de ser una perfecta invisible con unas horribles gafas, faldas de monja y blusas de solterona. Hoy disfrutas al ser blanco de tanta atención, por parte de alumnos y profesores, ahora sabes que tienes para escoger, que al dejar la casa de tus padres, se quedaron con ellos sus prejuicios.

Ahora desatas tu melena rizada y leonina, te pones faldas un poco más cortas o blusas escotadas, pero nunca ambas, los tacones son ley pues hay que cuidar el buen gusto, usas ligueros y medias, las cuales son difíciles de encontrar, ya que las comerciales son de fantasía y no aguantan el trajín diario.
Todo esto te hace sentir única y lo sabes, disfrutas con esa recién estrenada coquetería y ahora estás en el lugar que deseabas estar hace nueve años, sin la necesidad de presentar exámenes, ahora tú los aplicas.

Señorita Gallardo, Profesora de Preparatoria. Suena bien, te hace sentir bien.

Y hablando de escoger, te has fijado en ese muchacho tímido e inteligente, ese que te ve con ojos de ternura, te descubres afín, sabes del potencial que tiene, no está nada mal y dentro de algunos años estará mucho mejor. No sientes remordimientos, si algunos profesores lo hacen con las niñas, ¿por qué no hacerlo tú con uno de tus alumnos?, aunque tus propósitos no son tan perversos, simplemente se te ha metido en la cabeza el recuperar esos años dedicados al estudio, a las groserías de niños como él, a las lágrimas de jamás ser invitada a ningún lado. Además desde que dejó esa rosa rosa en el parabrisas de tu coche y esa notita con faltas de ortografía y esa caligrafía inconfundible, te hizo sentir tan bien, no acosada, al contrario, deseada y querida.

Ahora dudas en dar el siguiente paso, pero sabes en qué terminará todo, lo convertirás en tu asistente, lo invitarás a calificar esos exámenes apoyándote en él como el buen alumno que es, y que le reconoces por méritos propios, tal vez primero a un café y en exámenes subsecuentes en tu recién estrenado departamento, omitiendo por completo el incidente de la rosa.
Esperarás pacientemente a que él realice el siguiente movimiento, tienes años practicando el arte de la paciencia, sin duda lo hará.

Ahora sabes que su mirada está sobre tus pantorrillas, debajo del escritorio, te encanta que se siente en la fila de adelante, buscas su mirada, él se sonroja y le pides que se acerque un momento. La burla de los otros quienes muertos de envidia ululan cuando se levanta y se dirige hasta tu escritorio. Le pides ese favor, que te ayude a calificar, su rostro se ilumina, sonríe y se pone aún más rojo; le preguntas a qué hora puede y si no tiene inconveniente en acompañarte en la tarde, después de clases; él encantado acepta, ahora es cosa de esperar, de volver a ser paciente.

***

Muchas cosas siguen iguales, no cambian a pesar de haber dejado atrás la escuela, algunos ya estamos panzones, calvos, viejos o canosos.

Las chavas, la mayoría siguen bellas, ya sea con alguna operación, o gastando pequeñas fortunas en tratamientos rejuvenecedores.

Aquellos con quienes jamás nos llevamos, ahora son tus compadres o compañeros de trabajo, en algunos casos hasta tus jefes. Al crecer, según esto al madurar, te vas dando cuenta de la realidad, de los mundos irreales y perfectos que tenías en la Prepa, que de lo único que te tenías que preocupar era pasar el examen del Profesor Martínez, o llegar a tiempo para que Artemio el conserje no te cerrara la puerta en las narices, te preocupabas por el lugar en que sería la siguiente fiesta, si te gustaba o si tú le gustabas a fulana o a zutana.

Estirabas la mano y en la mayoría de los casos tus papás te daban dinero o si no organizabas una venta de juguetes o comics o programas de compu para comprar los cigarros o las chelas, si no, de plano a "talonear".

Ibas al cine a "fajonear", según tú, y lo único que hacías era acariciar las piernas y rozar los senos por encima de la ropa, besar de lengua y terminarte las palomitas o el refresco que tu amiga ya no quiso.

Comenzabas a soñar sobre tu futuro, a conocer gente extraña que ya iba en la Universidad y te contagiaba de sus ideales políticos, culturales o económicos; comenzabas a ver el mundo en todo lo ancho, te das cuenta que la vida no es como en la tele, que te angustias, que es más fácil caer en las drogas o en el sexo por el sexo, que además lo llegas a disfrutar a pesar de sentir después una enorme culpa.

Percibes que añoras el poder regresar a ese examen, subir dos décimas y pelear por una beca en el extranjero, comienzas con los "hubiera".

Hoy a mi mejor amigo de ese entonces, tengo más de ocho años de no saber de él, Chento trabaja en una oficina de gobierno, está calvo y camina encorvado.

Karlita sale de vez en cuando en comerciales y creo que hizo una película con Vicente Fernández hijo, Mónica es directora de postgrado en una Universidad en el Centro del País, Sofía se casó con Poncho y somos compadres, pues son padrinos de nuestra única hija, aunque tampoco nos vemos muy seguido desde que se fueron a Querétaro a vivir.

Al Profesor Martínez le dio un paro cardiaco fulminante cuatro años después que comenzó a dar clases en la Prepa, eso me contaron.

A la Profesora Gallardo, la de las piernas bonitas, la corrieron por andar seduciendo alumnos, a mí me corrieron ese mismo año de la escuela por andar seduciendo profesoras, desde hace catorce años estamos juntos y cada día la veo más hermosa.

viernes, 6 de febrero de 2009

Sangre y arena

No soy matador, ni siquiera soy salvaje, pero me pinchan, me marean, me clavan puyas. ¡Me duele!
Lo único que hago es buscar el lugar de donde salí, y ese maldito ser se cruza en mi camino, me deslumbra, me molesta y cada vez me duele más. Levanto la cabeza, desgarro su pierna llena de luces y cae al suelo, también comienza a sangrar.
Me siguen mareando, me siento débil, hay música, gritos, sangre en la arena y yo sólo me quiero ir de aquí.

jueves, 5 de febrero de 2009

Katrina

El diáfano velo se deslizaba por el brazo de la bailarina, roza su vientre firme, sube entre los senos apenas contenidos por el sostén cubierto de diamantes, las monedas y la pedrería de su caderín acompañaba el rítmico palpitar de los derbakes y la thabla.
Sus pies flotan sobre las alfombras y roza suavemente el contorno de los cojines que adornan la tienda del Sultán.
Ella, Katrina, es la favorita, su cuerpo celosamente guardado por media docena de eunucos etiopes, ni siquiera el propio Sultán tenía el valor de tocar esa piel, pero se dejaba embotar todos los demás sentidos por ella. aspiraba el delicado perfume que emanaba del cuerpo, los movimientos sinuosos y sensuales, los jadeos disimulados detrás de los velos, las gotas de sudor que ella vierte sobre la lengua de su amo. Ella, conocedora de su belleza aceptó todos los obsequios del Sultán, pero su regalo favorito era observar el rostro enrojecido de su amo cuando ella bailaba. El cuerpo era joya y escaparate al mismo tiempo, sus dedos y ortejos adornados con delicadas filigranas de oro, una cadena del dorado metal pendía de su nariz a la oreja enmarcando los profundos ojos resaltados por el kajal.
El humo aromático emanado del arguile, intenta burdamente imitar los suaves movimientos de Katrina, mientras baila para su amo y señor.
Desde el amanecer hasta la llegada de las estrellas Katrina baila, poseída de deseo, esperando que al finalizar su danza su amo la convierta en su esposa.
Se sabe deseada, apreciada por uno de los hombres más poderosos del mundo, gira su cuerpo, se estremece, se mueve como el viento mismo sobre las dunas, el movimiento de su largo cabello recrea la tormenta de arena. Cae en éxtasis, su cuerpo se convirte en halcón y se eleva al cielo, sólo para caer en picada y convertirla en serpiente, torciendo su piel, sonriendo detrás del velo que cubre su rostro.
Excitada Katrina se deja caer a los pies de su amo, él la mira satisfecho, pero no se atreve a tocarla, los ojos de ella piden descanso, desean recorrer y satisfacer todos los deseos de su amo, pero el Sultán aplaude nuevamente y los músicos comienzan una nueva melodía.

lunes, 2 de febrero de 2009

Lo que no se platica

Siempre me han dicho que soy idéntica a Marcela, mi madre, excepto por el nombre. Me llamo Ana; me cuentan que cuando ella tenía mi edad, le había roto el corazón a más de uno, fue así que después de insistir tanto, aceptó a mi Padre Fernando, un hombre formal y con un excelente futuro, completamente opuesto a su hermano gemelo, Hernán, mi tío.
Mi Padre siempre me consintió, era la niña de sus ojos, y yo encantada de recibir su cariño, cuando era niña le dije que quería casarme con él. El sonreía y me hacía cosquillas, con el tiempo a mi Madre ya no le agradaba que me sentara en sus piernas, ni que lo besara, yo no entendía, lo que sucedía o mejor dicho, creo que siempre lo supe es que en verdad ella se ponía celosa.
No sé cómo suceden estas cosas, después de la muerte de mi Padre, mi Tío se hizo prácticamente cargo de nosotros, al menos moralmente, ya que el pobre jamás consiguió un trabajo decente en su vida, pero nos hacía recordar a mi padre, la misma cara, los mismos ojos, pero la mirada distinta.
Los primeros días después de la muerte de mi Padre, fueron los más difíciles, desde esa noche en la capilla ardiente, el ver a mi Tío consolar a mi Madre y voltear y ver el mismo rostro pálido en el ataúd, me hicieron un daño enorme, así que desde ese día decidí que mi Padre no había muerto, al menos no para mi, porque podía verlo todos los días, podía acercarme a el y escucharlo, con una voz un poco diferente.
Mi Madre un día le pidió a mi Tío que no volviera a la casa, yo lo extrañé, extrañaba el rostro de mi Padre. No entendí el porqué mi Madre ya no lo quería en la casa, así que lo fui a buscar.
Llegué a la casa de la Abuela, él vivía con ella desde que se divorció, nunca tuvo hijos. Mi Abuela siempre se encontraba en su habitación, nunca bajaba, nunca salía. Yo tenía llave de la casa, cuando estaba en la secundaria llegaba a comer de vez en cuando, y mi Papá pasaba a recogerme, abrí despacio, sin hacer ruido, y entré a la casa, sabía que estaba haciendo mal, buscaba a mi Tío, los sonidos de una casa casi deshabitada, el tictac del reloj de la sala, el aroma de siempre, a viejo y a medicinas y a cosas que te recuerdan la navidad.
Caminé despacio, procurando no hacer nada de ruido, subí las escaleras y pasé delante de la habitación de mi Abuela, escuché la televisión a todo volumen, seguí caminando y dos habitaciones más adelante se encontraba la puerta de mi Tío entreabierta, estaba acostado en su cama, sin zapatos y leía uno de los libros con tapas de cuero, no alcancé a leer las letras doradas. Abrí despacio, después de haberlo espiado unos minutos, entré sigilosa y cuando me vio no hizo ruido, se hizo a un lado de la cama para dejarme espacio, cerré la puerta con cuidado.
Me preguntó, qué hacía aquí, mientras ,me acostaba a su lado, olía diferente, había estado bebiendo, pues un vaso reposaba en la mesita de noche. Quería preguntarle porque ya no iba a la casa, me dijo que mi Madre le prohibió regresar, me confesó que siempre había estado enamorado de ella, y que se lo dijo, ella se molestó y le pidió no regresar más. Yo lo abracé y me recargué en su pecho, percibí su loción y el tuntún de su corazón acelerándose, de reojo miré su pantalón y como comenzó a crecer su miembro por debajo de la tela.
Mi mano ya no me obedecía, bajó hasta tocarlo por encima del pantalón, mi Tío comenzó a acariciar mi cabello y buscó mi boca, nos besamos mientras él bajaba su bragueta y se quedaba expuesto, comencé a jugar con él, mientras sentía su lengua recorrer mi boca y mi cuello, su respiración se agitaba, la mía también.
Comencé a mojarme, una cosquilla indecente subía por mi cuerpo, su barba me raspaba y su aliento a whiskey me embriagaba también, me comenzó a llamar Marcela, y yo comencé a decirle Papá.


Para mi 4L